Nuestro rol ha sido un factor relevante para promover la unidad campesina e indígena.
El
principal conductor del MUCECH y también presidente Nacional de la
Confederación LEFTRARU, Manuel Llao Calcumil, al analizar el periodo histórico
en el cual estamos transitando y como se expresan en su interior las
principales tendencias que sostienen el orden vigente como las que trabajan por
cambiarlo, explica la importancia de una conducción seria para movilizar al
movimiento campesino e indígena tras propósitos democráticos.
Al respecto, sostiene el principal
conductor del MUCECH y destacado dirigente mapuche, que una línea política
correcta se reconoce por sus resultados y por la amplitud de su convocatoria
tras un objetivo que responda a una justa apreciación del momento que se vive
y permita alterar las fuerzas sociales
hacia un escenario donde sea factible avanzar, fortaleciendo y enriqueciendo a
la coalición que se convocó para cumplir una misión concreta.
Un resumen de la trayectoria del
actual líder del MUCECH, nos indica con claridad, que su lucha ha sido
constante, en la práctica para construir
una alianza poderosa en la cual las aspiraciones de los mapuches
puedan estar en lo fundamental insertas en el programa de dicha tendencia.
Su paso por los sindicatos en su
temprana juventud, junto a la herencia de sus padres, hizo comprender a Manuel que para la inmensa
mayoría de los asalariados, la historia mapuche, también forma parte de la
historia de los trabajadores. Para la mayoría de los asalariados, la cultura y
los nombres de los líderes antiguos, como Caupolicán, Lautaro Fresia,
Galvarino, entre otros tantos elementos, son motivo de orgullo para bautizar a
los hijos de muchos chilenos, por lo
tanto en esta realidad, encuentra la base sólida para sustentar la alianza
estratégica campesina e indígena con la cual estima que se puede romper el
aislamiento.
Manuel Llao tras el retorno a la
democracia, surgió como uno de los conductores del movimiento mapuche más
lúcidos y que con firmeza fue capaz de dotar
a su organización de un
programa, donde inserta la realidad rural que viven las mayorías de los
mapuches en su condición de pequeños productores o de asalariados en el marco
de una alianza mayor con los campesinos, que integran la llamada Agricultura
Familiar Campesina (AFC).
El proyecto estratégico de Leftraru
venció las desconfianzas y se ganó el respeto de las organizaciones históricas
de los campesinos asalariados y de pequeños productores que integran el MUCECH.
Y en su interior, contribuye además con seriedad al desarrollo y potenciamiento
de las confederaciones nacionales.
El rol desempeñado por el líder de la
Leftraru junto a los dirigentes y técnicos de las organizaciones de pequeños
agricultores para darle forma a una plataforma unitaria de largo alcance tras
el horizonte de elaborar desde el MUCECH una política forestal campesina e indígena,
es el primer fruto de una conquista que se ganó el espacio a nivel del Estado,
traduciendo en una política concreta un
Plan Forestal Campesino e Indígena que ha beneficiado miles de campesinos e indígenas.
Así también han contribuido con entusiasmo
a construir consensos para tener una
política de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena para atender la
defensa del medio ambiente; la
recuperación de los suelos degradados;
el desarrollo de la mujer; el fomento productivo de los campesinos e
indígenas; la extensión de la democracia en el medio rural, entre otras.
La llegada de Manuel Llao a la
presidencia del MUCECH, en un momento difícil, marcado por un serio retroceso
de las fuerzas democráticas y de un repunte de la extrema derecha, cuando asume
la dirección del país el presidente Sebastián Piñera. Período en el cual, se
incrementa peligrosamente la desorganización y la desorientación de las
mayorías nacionales y que también golpean en la AFC, momento que requería de
una conducción para abandonar la dispersión y buscar la unidad del sector.
En ese cuadro particularmente confuso, la elección de Manuel Llao como
presidente del MUCECH, no solo es el resultado de una estrategia que se ganó la
confianza y se proyectó como uno de los actores claves para mantener, fortalecer la alianza y darle una conducción
seria a este relevante bloque social que tiene una enorme responsabilidad para
defender a la AFC dentro y fuera de Chile, sino que surge como el dirigente que
da las garantías suficientes para defender y cultivar al más alto novel la
Unidad Campesina e Indígena.
Después de largas dos décadas de
dispersión y atomización de las organizaciones campesinas e indígenas, la tarea
llevada adelante por la conducción de Manuel Llao, logro concitar el apoyo,
primero al interior del MUCECH y luego
en la buena disposición de los principales dirigentes de las
organizaciones hermanas, que venciendo dificultades, aceptaron la invitación a
sentarse en la mesa para discutir con franqueza el tema de la unidad.
En este proceso se sentaron a dialogar quienes mantienen legítimas
visiones ideológicas diferentes, como es el caso de quienes participan en la
CUT con los que participan en la UNT,
los cooperativistas con los asalariados, un nuevo enfoque del tema de la mujer
logro despejar el camino para dialogar con ANAMURI y así se fue construyendo
primero la confianza y luego la decisión de buscar juntos una enfoque del
desarrollo de la AFC y a partir de esta visión compartida elaborar un programa.
Después de un año de muchas reuniones y
trabajos unitarios, para tener una sola voz en el exterior en las instancias
donde participan los campesinos y pueblos originarios; se logró concordar una
propuesta para dialogar con INDAP y el Ministerio de Agricultura y así se
continuó trabajando para mirar hoy que se acerca el día de la gran unidad.
El presidente del MUCECH logró
concordar con sus pares de las confederaciones hermanas la realización del
Primer Encuentro Nacional de las organizaciones Campesinas e Indígenas que se
realizará en Santiago los días 24 y 25 de noviembre próximo.
Cuando estamos llegando al final de esta
primera etapa del camino que nos conduce a la unidad, podemos con orgullo
señalar que esta cerca l materialización de esa gigantesca aspiración que nos
demanda fortalecer y ampliar las capacidades de las organizaciones campesinas e
indígenas para conquistar más y mejores espacios para el desarrollo de Chile,
en un ambiente menos contaminado, con soberanía alimentaria, con el agua como
un bien de uso público, con un trato justo, democrático y progresista a los
pueblos originarios, con respeto a los
derechos humanos y con un país que no se asusta por incorporar a todos sus
hijos al desarrollo en igualdad de condiciones.
Este ha sido y es el camino de la unidad
que viene practicando Manuel LLao al frente del conjunto de las organizaciones
campesinas e indígenas que conforman el MUCECH y que mañana en un nuevo paso
adelante dará forma a una mayor alianza más inclusiva.
Por Eduardo Henríquez, periodista
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