DECLARACION
III CONFERENCIA ESPECIAL PARA LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
DE LOS MOVIMIENTOS Y ORGANIZACIONES SOCIALES
DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE
“POR LOS DERECHOS Y POR LA VIDA”
Buenos Aires, 22 al 25 de marzo de 2012
Introducción y memoria
En
Buenos Aires, Argentina, entre los días 22 y 25 de marzo de 2012, el
Comité Internacional para la Soberanía Alimentaria-Coordinación Regional
América Latina y El Caribe, CIP-ALC, organizó la III Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria, por los Derechos y por la Vida que antecedió a la 32ª Conferencia Regional de la FAO.
Provenientes
de 20 países, nos reunimos mujeres y hombres representantes de
organizaciones campesinas, de la pesca artesanal, la agricultura
familiar, trabajadores rurales, jóvenes, Pueblos Originarios,
afrodescendientes, la Agroecología, ambientalistas, redes y ONGs,
comprometidas con la Soberanía Alimentaria y el Derecho a la
Alimentación, para analizar el modelo industrial de agricultura,
ganadería y pesca y sus efectos sociales, económicos, políticos,
culturales y climáticos, y las alternativas basadas en la Soberanía
Alimentaria.
Abrimos nuestros sentimientos para ofrendar esta III Conferencia a la memoria de Egidio Brunetto,
compañero brasileño del MST, de tantas luchas y forjador de tantas
esperanzas: tus ideas y reflexiones y tu compromiso, Compañero,
estuvieron presentes en estas jornadas.
Como
parte del proceso articulador que los movimientos y organizaciones
sociales de América Latina y El Caribe impulsamos desde 2003, la III
Conferencia Especial tuvo como objetivos construir un Plan de Acción de
la Sociedad Civil para la Soberanía Alimentaria, fortalecer y ampliar
las alianzas estratégicas y elaborar nuestras propuestas y
recomendaciones para la 32ª Conferencia Regional de FAO.
Reafirmación y solidaridad
Refirmando
que la Soberanía Alimentaria es un principio, una visión y un legado
construido por los Pueblos Indígenas, campesinos, agricultores
familiares, pescadores artesanales, mujeres, afrodescendientes, jóvenes y
trabajadores rurales, que se ha convertido en una plataforma
aglutinadora de nuestras luchas y en una propuesta para la sociedad en
su conjunto.
El
día 24 de marzo, Día de la Memoria en este país, nos honramos de
marchar junto a cientos de miles de argentinos, a 36 años del comienzo
de una de las dictaduras militares más sangrientas del continente, para
exigir Memoria, Verdad y Justicia, por las que aún lucha el pueblo
argentino. Nos emocionó la fuerza y la convicción de esa lucha,
simbolizada por la tenacidad de las Madres de Plaza de Mayo, a quienes
simbólicamente abrazamos.
Nuevamente
nos solidarizamos, y llamamos a los pueblos de América Latina y el
Caribe y el mundo, a reforzar la solidaridad con la extrema situación
que enfrenta el hermano pueblo haitiano. Exigimos el retiro de la fuerza
de ocupación multinacional en Haití (MINUSTAH), que ahonda la crisis y
genera aún más problemas como cólera, abusos sexuales, miseria,
violación de la soberanía nacional y migración forzada, represión contra
las fuerzas democráticas. La fuerza de ocupación multinacional allana
la llegada masiva de empresas transnacionales del Norte y del Sur que
–con estrategias agresivas de pillaje– quieren tomar el control de los
bienes estratégicos del país, aumentando la miseria y socavando aún más
las posibilidades de conquistar la Soberanía Alimentaria y la justa
reparación de las deudas sociales, ambientales, financieras e históricas
de las que el pueblo haitiano es acreedor. Se debe respetar la voluntad
y la autodeterminación del Pueblo haitiano para crear las condiciones
mínimas de reconstrucción de su país, en una trágica coyuntura después
del devastador terremoto del 12 de enero 2010.
Saludamos
y nos solidarizamos con la Marcha Indígena, Campesina y Popular en
Guatemala, conformada por miles de mujeres, hombres, jóvenes y niños que
se movilizan hacia la capital para exigir al gobierno que atienda sus
demandas de resolver la problemática agraria que les afecta y en rechazo
a los desalojos violentos que se han dado en el país, generado muertos,
hambre y pobreza en las comunidades.
Demandamos
la solución inmediata a los conflictos por la tierra en el Bajo Aguán,
en Honduras, y exigimos frenar los abusos y asesinatos contra campesinos
y campesinas que exigen una Reforma Agraria Integral.
Esta
Conferencia manifiesta su solidaridad con todos los hombres y mujeres
del mundo, que por sus luchas se encuentran perseguidos y/o
encarcelados.
Denuncia y rechazo
La III Conferencia Especial denuncia y rechaza, una vez más, al modelo de producción y consumo hegemónico que
continúa generando hambre y pobreza crecientes en el mundo y la región.
Estas no son producto ni de la casualidad ni de la falta de alimentos,
sino de un modelo que viola el derecho a la vida digna de las personas y
los pueblos, acrecienta la subordinación de la mujer, invisibilizando
su rol determinante en la producción de alimentos y en la construcción
de la Soberanía Alimentaria.
Un
modelo que explota al máximo a los trabajadores y trabajadoras, tanto
en el campo como en la ciudad; precarizando las relaciones e
incumpliendo las legislaciones laborales, devaluando salarios mínimos en
el campo, aumentando el trabajo temporal y generando migración interna e
inmigración en búsqueda de trabajo, y especial vulnerabilidad las zonas
de frontera.
Un
modelo que expone a la Pesca Artesanal a un conjunto de problemas tales
como falta de acceso a las regiones de pesca, competencia con otras
flotas, falta de un marco legal adecuado, y condiciones socio-económicas
precarias que afectan la comercialización de sus productos. La
sobrecapacidad de las pesquerías industriales, la sobrepesca de los
bienes tradicionales y la acuicultura industrial, generan un escenario
de conflictividad creciente y amenazan al medio de vida de este sector:
los ecosistemas marino costeros y sus pesquería. Estas problemáticas se
perpetúan ante la ausencia de políticas pesqueras que establezcan reglas
claras para todos los actores; las fallas en el sistema de
administración, control y fiscalización; la falta de transparencia y
participación en la toma de decisiones; y la sobre-capitalización de la
industria.
Un
modelo que fomenta el avance acelerado del acaparamiento de la tierra
en todo el continente. Entre las causas que lo explican se encuentran el
brutal avance del agronegocio en todo el continente, el mismo
agronegocio que ha llevado a la humanidad a la inédita cifra de más de
mil millones de hambrientos. Otra causa la constituye el avance de la
minería a gran escala en países como Argentina, Chile, Colombia, Perú,
Ecuador, Costa Rica, México y Guatemala, así como los mega proyectos
hidroeléctricos y los grandes emprendimientos turísticos que se apropian
de espacios comunes; y las falsas soluciones al cambio climático, como
los proyectos REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y
Degradación), REDD+, REDD++ y las plantaciones de monocultivos para la
producción de biomasa con fines energéticos.
La
concentración de la tierra, bosques y cuerpos de agua de los Pueblos en
manos de las transnacionales, conduce a una guerra por los alimentos y
abre la posibilidad del control político sobre las naciones. La
mercantilización de la tierra promocionada por el Banco Mundial ha
seguido impulsando la concentración y la extranjerización de la tierra y
la pérdida de territorios, constituyendo una de las mayores causas de
expulsión de campesinos, afrodescendientes y Pueblos Indígenas de sus
tierras y comunidades. Asimismo, los pescadores y pueblos del Manglar
son expulsados de las zonas costeras y sus derechos son limitados sobre
las zonas marítimas.
Un
modelo responsable de las crisis climática y de la biodiversidad, cuyos
efectos ponen en riesgo, como nunca antes en la historia de la
humanidad, a los ecosistemas que mantienen la vida, afectando con
especial violencia a los afrodescendientes, campesinos, pueblos
originarios y pescadores artesanales. Mientras tanto, sus responsables,
las transnacionales y los países del Norte, se benefician de las
soluciones de mercado establecidas en el marco de las negociaciones de
la Convenciones de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y sobre
Diversidad Biológica. En tanto, y a través de falsas soluciones a las
crisis que han generado, intentan avanzar aún más sobre los territorios,
mercantilizando y privatizando la naturaleza y la vida. Rechazamos a la
denominada “Economía Verde” como salida a las crisis climática y
alimentaria.
Este
modelo –industrial, intensivo, a gran escala, concentrador, dirigido a
la exportación de productos primarios, liderado por las transnacionales y
altamente dependiente de insumos químicos– destruye y remplaza los
sistemas que alimentan a los pueblos al transformar los alimentos en
meras mercancías importadas y exportadas alrededor del mundo, a cambio
del precio más alto y la mayor tasa de ganancia del capital.
Un
modelo que especula a gran escala con los alimentos, lo que sumado a la
concentración de la comercialización, redunda en el alza injustificada
de los precios esencialmente vinculada a la búsqueda de beneficios de
las empresas transnacionales y el sector financiero.
A
pesar de la amplísima evidencia sobre los nefastos efectos del modelo
neoliberal en todo el mundo, el sistema internacional, los gobiernos y
las transnacionales continúan sometiendo al planeta a un desarrollo que
agota las posibilidades mismas de la vida, convirtiendo a las personas
en meros agentes productivos, sin rostro y sin historia. La
liberalización económica y la arquitectura legal internacional sobre
inversiones extranjeras están directamente relacionadas con el
crecimiento de la pobreza y el hambre en la región.
Un
modelo que reprime con violencia a los pueblos que resisten la
ocupación de sus territorios para la producción dirigida a la
exportación de productos primarios (minerales, madera, alimentos,
agrocombustibles, entre otros), constituye un síntoma evidente de un
problema estructural, que si no es encarado de manera inmediata por los
gobiernos, a través de políticas públicas adecuadas, puede transformarse
en una situación explosiva.
Por
lo tanto, la disyuntiva actual es, o promover un modelo basado en los
agronegocios, los agrocombustibles y en la pesca de gran escala,
orientados todos a la exportación y para lucro de unas pocas
trasnacionales, o bien impulsar la Agroecología –expresión cultural,
política, económica, social, ambiental y técnico-productiva de la
agricultura campesina, familiar e indígena– y la pesca artesanal,
basados en la diversidad de sistemas productivos, relaciones de género
justas y en la enorme riqueza de conocimientos y prácticas ancestrales
acumuladas por generaciones que garantizan la producción de alimentos y
el bienestar de los Pueblos y la Biodiversidad.
La
tierra y los océanos y demás cuerpos de agua, además de ser medios de
reproducción, son espacios y ambientes de vida, de culturas y
emotividad, de identidad y espiritualidad. Por lo mismo, no son
mercancías ni sumideros de carbono, sino componentes fundamentales para
la vida, a los cuales se accede por derecho, de manera inalienable e
imprescriptible. Los Estados deben entender que el no ejercicio de la
Soberanía Alimentaria compromete gravemente su propia soberanía.
Creemos
que la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA),
resultado del proceso político organizado de los movimientos sociales
que luchan por a Soberanía Alimentaria, permite que tengamos la
posibilidad de hacer escuchar nuestra voz en la toma de decisiones. Es
sin duda un paso importante en la búsqueda por alcanzar un sistema
coherente con los derechos de los Pueblos y de la Madre Tierra, la
Soberanía Alimentaria y el Derecho a la Alimentación Adecuada.
Para
ello, debemos fortalecer la participación de los compañeros y las
compañeras representantes de campesinos, sin tierra, trabajadores
rurales, pescadores artesanales, Pueblos Originarios, afrodescendientes y
demás productores de alimentos a pequeña escala, en el Mecanismo de la
Sociedad Civil (MSC), en la incidencia y presión a nuestros gobiernos
para implementar los acuerdos tomados por el CSA y dar cumplimiento a
nuestras demandas y propuestas, implementando políticas nacionales y
regionales de Soberanía Alimentaria.
Señalamos como uno de los primeros resultados de este avance el proceso de las Directrices
Voluntarias de la FAO relativas a la Tenencia de la Tierra, las
Pesquerías y los Bosques en el Contexto de la Seguridad Alimentaria
Nacional. Después de un proceso participativo de cerca de tres años,
el pasado viernes 9 de marzo de 2012 el CSA concluyó las negociaciones
intergubernamentales sobre las Directrices, demostrando tener
capacidad para convocar al debate a múltiples actores sociales y buscar
soluciones a una de las problemáticas más delicadas de la actualidad.
Más de 45 personas representando a 20 organizaciones de la Sociedad
Civil de todas partes del mundo participaron en esta última ronda de
negociaciones.
Las
Directrices contribuirán al fortalecimiento de las organizaciones en su
larga lucha por asegurar el uso y control de los Bienes Naturales, con
el fin de producir alimentos sanos, contribuyendo así a erradicar el
hambre en el mundo y sus causas profundas. Asegurar el acceso a la
tierra, las pesquerías y los bosques es crucial para permitir a los
productores de pequeña escala alimentar al mundo, pero también es
cuestión de dignidad, y de vida o muerte, para millones de comunidades
de campesinas, de pastores, de Pueblos Indígenas, de pescadores,
afrodescendientes y de Pueblos del Manglar.
Sin
embargo, manifestamos nuestro desacuerdo con las conclusiones del
reporte final “Dinámicas en el mercado de la tierra en América Latina y
el Caribe” que, elaborado por la FAO-ALC, plantea que “el fenómeno del Land Grabbing [acaparamiento de tierras] se encuentra en sus fases iniciales y restringidas sólo a dos grandes países: Argentina y Brasil”.
Estas conclusiones surgen de aplicar los criterios de acaparamiento en
un sentido muy limitado: adquisición de grandes extensiones destinadas a
la producción de alimentos, en la que dentro de los agentes/actores que
intervienen hay por lo menos un Gobierno extranjero. Además, dicho
documento propone como orientador del debate al documento titulado “Informe
del Panel de Expertos de Alto Nivel del Comité de Seguridad Alimentaria
Mundial (CSA) sobre Tenencia de la Tierra y las Inversiones
Internacionales en la Agricultura” de Julio de 2011, que pasa de la
simple denuncia del “acaparamiento de tierras” y reconoce
potencialidades en las inversiones extranjeras en tierras.
Si
bien los documentos incluidos en el reporte de la FAO-ALC muestran un
panorama gravísimo sobre la situación de la tierra en América Latina y
El Caribe y el proceso de extranjerización y acaparamiento que está
ocurriendo tanto para la producción de alimentos básicos, como de
agrocombustibles, producción forestal, turismo, minería o la
conservación, entendemos que estas conclusiones son sumamente
peligrosas, ya que ocultan y desdibujan –detrás de una supuesta
rigurosidad científica y de utilización de términos– un problema de
dimensiones espectaculares a nivel de superficies acaparadas, impactos
en las economías locales y sobre la vida de millones de campesinos,
afrodescendientes, Pueblos Originarios, agricultores familiares y
pescadores.
Desde
las organizaciones y movimientos sociales que luchamos contra el
acaparamiento de tierras en todo el mundo demandamos que la FAO-ALC
replantee urgentemente esta posición, escuchando las voces de los
pueblos y sus reclamos, y acompasando su accionar con el proceso
implementado por la FAO a nivel internacional. Lo fundamental no es
encontrar la definición adecuada al “acaparamiento de tierras” sino
poner fin de manera urgente a un proceso que está expulsando a los
pueblos de sus territorios cada día.
En
ese sentido, también rechazamos la definición de “Bosques” establecida
por la FAO, ya que fomenta el acaparamiento de tierras para establecer
grandes extensiones de monocultivos. Al permitir que éstos sean
definidos como “bosques”, legitiman un monocultivo en escala industrial,
responsable por innumerables impactos negativos, incluyendo la
expulsión de comunidades campesinas e indígenas.
FUENTE http://www.coprofam.org
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