martes, 27 de diciembre de 2011

Pronunciamiento del Movimiento Agroecológico de América Latina y El Caribe ante la amenaza de los transgénicos


MESOAMÉRICA

MAELA SE PRONUNCIA ANTE LA AMENAZA DE IMPERIO DE LOS TRANSGENICOS EN AMÉRICA LATINA
Reunidos y reunidas en San Pedro La laguna, Sololá Guatemala, de 15 al 18 de noviembre de 2011 en nuestra Asamblea Regional, líderes y lideresas comunitarias, productores y productoras campesinos y campesinas e indígenas, promotores y promotoras, conformados en el Movimiento agroecológico de América Latina y el Caribe [MAELA] de la región Mesoamérica y El Caribe; después de hacer una lectura del contexto socioeconómico y político en nuestros países, nos pronunciamos ante la amenaza de los organismos genéticamente modificados (OGM) mejor conocidos como transgénicos.
En diversos territorios de nuestros países han estado facilitadas las condiciones para este tipo de siembra y por ello como población comprometida con el futuro de nuestras familias, su salud y la protección de nuestros recursos, exigimos frenar esta amenaza al trabajo agroecológico por la soberanía alimentaria de nuestras comunidades.
Por lo tanto, queremos informar a los pobladores de la región mesoamericana y del Caribe, la exigencia y cumplimiento de:
• El derecho a saber de los peligros de los transgénicos. Conocer en detalle los efectos en la naturaleza, en nuestra salud y en las culturas alrededor del planeta.
• El derecho a saber cuáles semillas son transgénicas y la procedencia de cada uno de los ingredientes e insumos utilizados en la elaboración de productos para alimentación humana y alimentación animal, que existen en mercados nacionales de cada uno de los países de nuestra región.
• El derecho a protegerse de la contaminación de los campos transgénicos vecinos.
• Declarar áreas libres de transgénicos y exigir el cumplimiento de esta delimitación.
• La Información sobre comida que contiene OGM, reunida en espacios de venta, instituciones y espacios públicos.
• El derecho de conocer fácilmente espacios de venta y producción de alimentos agroecológicos y de los que no contienen transgénicos, tanto para humanos como para animales.
• El derecho a demandar bajo la guía del Buen Vivir, la responsabilidad social, política y cultural de toda la sociedad para proteger física y legal las semillas criollas y nativas.
Como red latinoamericana reconocemos la necesidad de una común-unidad de cooperación y solidaridad para proteger la diversidad natural del planeta, de la región, de cada país, de cada una de nuestros territorios. Por ello, con amor y servicio a esta tierra que nos da vida, nos pronunciamos desde este movimiento agroecológico de América Latina y el Caribe.
MAELA Guatemala / Honduras / Nicaragüa / Costa Rica / México / Panamá
No Transgénicos en Latinoamérica

miércoles, 21 de diciembre de 2011

BOLIVIA- Mc Donald´s "No convencio de su riquisima comida" y tuvo que cerrar locales


Después de 14 años de presencia en el país, y a pesar de todas las campañas habidas y por haber, la cadena se vio obligada a cerrar los ocho restoranes que mantenía abiertos en las tres principales ciudades del país: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra.

Se trata del primer país latinoamericano que se quedará sin McDonald´s y el primer país en el mundo donde la empresa cierra por tener sus números en rojo durante más de una década.

El impacto para los creativos y jefes de marketing ha sido de tal fuerza que se grabó un documental bajo el título “Por qué quebró McDonald´s en Bolivia”, donde intentan explicar de algún modo las razones que llevaron a los bolivianos a seguir prefiriendo las empanadas a las hamburguesas.

Rechazo cultural

El documental incluye reportajes a cocineros, sociólogos, nutricionistas, educadores, historiadores y más, donde hay una coincidencia general: el rechazo no es a las hamburguesas ni a su gusto, el rechazo está en la mentalidad de los bolivianos. Todo indica que el “fast-food” es, literalmente, la antítesis de la concepción que un boliviano tiene de cómo debe prepararse una comida.

En Bolivia, la comida para ser buena requiere, además de gusto, esmero e higiene, mucho tiempo de preparación. Así es como valúa un consumidor la calidad de lo que se lleva al estómago: también por el tiempo en que se hizo el manjar. La comida rápida, no es para esta gente, concluyeron los norteamericanos.

fuente : http://elpolvorin.over-blog.es/

LA IMPORTANCIA DE LA AGRICULTURA ECOLOGICA EN NUESTRAS VIDAS

Cinco ingredientes y una receta

Gustavo Duch Guillot, con aportes de Nani Moré, para AMIGOS DE LA TIERRA, a propósito del informe elaborado en colaboración con la revista SOBERANÍA ALIMENTARIA. Descargar aquí 
Con sólo cinco ingredientes, ni uno más ni uno menos, cualquier empresa de restauración colectiva que se precie, cualquier cocinero o cocinera con habilidades suficientes, tiene bastante para organizar menús, de lunes a viernes, sin tener que repetir ni un solo plato, fíjense:
Ingrediente 1: Los precocinados. Varitas de pescado, buñuelos de bacalao, crestas de atún, croquetas de cualquier cosa. Para las empresas es un plato de bajo coste. Para la cocina una bolsa que sólo hay que freír. Alimentos de diseño, que como plastilina se moldean en todo tipo de formas y figuras.
Ingrediente 2: Las ensaladas. Apunten la receta: «se corta un iceberg (esa bola compacta de hojas lechuguinas asfixiadas en plástico), abrimos unos botes de zanahoria rallada, otros de remolacha rallada y añadimos unas frescas latas de maíz y aceitunas». Ya tenemos el arcoíris completo, verde, naranja, rojo, y amarillo. Si a tanto deslatado queremos darle un punto de frescura, venden unos tomates de invernadero a precios asequibles todo el año. El cocinero abrelatas tiene que ser muy cuidadoso (¡es un trabajo peligroso!) para no ensangrentar los platos.
Ingrediente 3: La carne. La ganadería industrial alimentada con soja transgénica nos permite introducir kilos de proteína animal que, dicen, es imprescindible para nuestras animales digestiones. En cocina, a primera vista, esas hamburguesas color pantera rosa, parecen un poco extrañas, pero cuando los comensales la encuentran bajo un mar de kétchup, ni por mucho que se fijen observarán sus costes ecológicos y sociales.
Ingrediente 4: El pescado. Hablar de pescado en la cocina de una colectividad es ser exacto y preciso. Porque sólo un pescado traspasa las puertas: la panga o pez bagre, que después de un viaje en contenedor, que nos los trae desde contaminados ríos en China o Vietnam donde son criados, aparecen en el mármol de la cocina perfectamente laminados. La cocinera los mira, no los conoce; se imagina que forma tendría en estado vivo, no lo sabe; pregunta a su madre, -¿has cocinado esto alguna vez?, la respuesta es nunca; pues venga, vuelta y vuelta.
Y por fin, el ingrediente número cinco, la verdura. Fundamental, todas las propuestas nutricionistas hablan de la importancia de las verduras para las niñas y niños, para pacientes de hospital, para la tercera edad. Así que, como buen enfermero que se preocupa por la salud, el cocinero coge las bolsas de verdura congelada y destemporizada, las agita delicadamente, y a la olla. La salud, como las patatas y guisantes, se mantendrá bien conservada.
Así son, en la mayoría de casos los menús de muchas familias, y las dietas en muchos comedores colectivos (colegios, hospitales, geriátricos, etc.). La imposición de un modelo agrícola intensivo y globalizado ha caminado de la mano de la imposición de un modelo de consumo homogeneizado. Es decir, en la misma medida que las gentes del campo han ido viendo desaparecer su soberanía en la producción, toda o casi toda la población consumidora ha ido perdiendo su soberanía en el consumo.
Por eso es importante conectar ambas realidades y tejer alianzas entre el campo y la ciudad. Si queremos una alimentación sana, justa y de calidad necesitamos a la pequeña agricultura agroecológica –la única capaz de ofrecernos dichos alimentos. Si las gentes campesinas quieren vivir de su trabajo y producciones, con dignidad y suficiencia, necesitan de población consumidora concienciada y responsable. Una alianza para recuperar un derecho fundamental: la soberanía alimentaria.
FUENTE http://gustavoduch.wordpress.com

Las semillas son la clave para un futuro de alimentos libres de transgénicos


Una semilla de alimento puede ser tan pequeña como un grano de arena, sin embargo, muchos dicen que el destino de toda la industria orgánica se basa en nuestros esfuerzos para proteger la integridad de estos insumos agrícolas pequeños, pero vitales.
“La semilla es el primer recurso en nuestra cadena de producción de alimentos, por lo que su integridad es vital para el éxito de los agricultores orgánicos. Sin embargo, poco se ha hecho para abordar el problema de la contaminación genética”, dice Kristina Hubbard, director de la defensa de la Alianza de Semillas Orgánicas. “No creo que la semilla esté recibiendo la suficiente atención.”
Como los engranajes de la industria de alimentos naturales se prepara para un asalto sin precedentes contra los organismos genéticamente modificados (OGM), se ha puesto mucho énfasis en convencer al gobierno a etiquetar alimentos que contienen OMG y del balanceo de comestibles y fabricantes para deshacerse de la plataforma al por menor. Sin embargo, Hubbard y otros dicen que esas acciones significarán poco si los agricultores no encuentran semillas limpias, libres de transgénicos para plantar en primera instancia.
Gracias al polen flotando, las semillas “polizón” en los camiones de reparto, y el hecho de que incluso los agricultores orgánicos deben recurrir a semillas convencionales debido a la escasez de variedades orgánicas, los expertos dicen que la semilla en la gran mayoría de cultivo de maíz en los Estados Unidos ya tiene un cierto grado de material genético modificado (GM). La soya, canola y alfalfa también están en la parte alta de lista de posible contaminación.
Incluso los que no son productores de semillas GM están obligados a comprar su material genético en las empresas de biotecnología en una época de consolidación en que las mayores compañías de semillas no pueden garantizar que sus semillas sean genéticamente puras, dice OSA fundador y consultor Matt Dillon. Por otra parte, porque la financiación de la investigación universitaria en natural y no-GM las alternativas es una fracción de lo que una vez fue, Dillon dice que se está convirtiendo en algo cada vez más difícil en encontrar soluciones innovadoras para proteger las semillas no modificadas genéticamente que todavía existen.
Mientras tanto, los consumidores de productos orgánicos están cada vez más indignados porque incluso cuando compran productos “orgánicos” o “no-OGM”, pueden estar ingiriendo alimentos modificados genéticamente.
Entonces, ¿cuál es la respuesta?
“Tenemos que crear nuestro propio sistema de semillas”, dice Dillon, que se unirán a las partes interesadas de la industria y organizaciones no lucrativas para poner en marcha una serie de iniciativas de conservación de semillas en los próximos meses. “Si nos limitamos a decir ‘Stop OMG’ y no proteger y desarrollar las semillas que realmente necesitamos, no habremos conseguido nada.”

¿Cómo transgénicos alteran el paisaje de las semillas?

Dillon señala al 1980 Diamond v. Chakrabarty Supreme Court como el principio del fin de la pureza de las semillas. En ese caso, el tribunal dictaminó que “un microorganismo vivo, hecho por el hombre es patentable”, y para mediados de la década de 1990, era evidente que esto se aplicaba también a las plantas. Pronto, un puñado de empresas de agroquímicos como DuPont, Syngenta y Monsanto que previamente no habían mostrado ningún interés en la propiedad de semillas ahora disponen de más del 65 por ciento de las semillas patentadas en el mundo.
“Era como una especie de apropiación de tierras, sólo que eran genes en lo que estaban interesados”, dice Dillon. Hoy en día, de acuerdo con la Asociación de Semillas profesionales independientes, sólo quedan 100 compañías semilleras independientes (frente a las 300, hace 13 años), al servicio de una industria orgánica que ha crecido de manera exponencial. El resultado: Muchos agricultores orgánicos se ven obligados a utilizar semillas convencionales que se originan en las mismas compañías que dieron lugar a la revolución transgénica. De hecho, según un informe de la OSA en 2011 del Estado de semillas orgánicas, sólo el 20 por ciento de los agricultores orgánicos encuestados utilizaron semillas estrictamente orgánica en los últimos tres años.
“Simplemente no hay suficientes semillas biológicas certificadas para satisfacer las demandas de la industria de cultivos de alimentos orgánicos”, dice Hubbard.
Aunque las semillas biológicas es un buen comienzo, no hay garantía de que estén libres de OGM.
Incluso las compañías de semillas biológicas que de buena fe tratan de desarrollar variedades no-GMO se ven obligadas a recurrir a la biotecnología, en lugar de las universidades de las que una vez dependieron, por su material genético. En los últimos 16 años, sólo $9,4 millones de dólares de fondos federales se han dedicado a la fitogenética sostenible y educación en universidades estatales, Dillon dice.
“Si soy una empresa de semillas orgánicas y arriendo las líneas a una de las grandes compañías de GM, la línea parental es muy probable que en algún grado sean contaminadas”, explica Dillon. “Desde el principio, al nivel más básico, la semilla ya puede estar contaminada.”
Organismos modificados genéticamente proliferan en el suministro de semillas
En los últimos años, decenas de casos muy publicitados han puesto de relieve el problema de la contaminación.
Por ejemplo, en 2007, Straus Family Creamery hizo un artículo en la revista Time bajo el título condenatorio que decía: “Cuando Orgánico no es realmente orgánico,” después de que Albert Strauss descubriera que el 6 por ciento de la alimentación de maíz orgánico que estaba sirviendo a su ganado estaba contaminado con GMOs.
Ese mismo año en Nevada, un productor orgánico de aceite y harina de soya, perdió 100.000 dólares en ingresos y tuvo que cerrar durante un mes después de descubrir que la soja orgánica que había recibido estaba hasta un 20 por ciento contaminada. Semillas Fedco redució las ofertas de semillas de maíz dos veces al darse cuenta de que contenían GMO.
Lo aterrador es que la contaminación puede ocurrir aun cuando los productores hacen todo lo posible para impedirlo. Por ejemplo, Wisconsin lácteos y el productor de soja Keith Wilson parecía hacerlo todo bien en su granja: Se utilizó sólo semillas orgánicas a partir de una fuente de confianza, y creó las zonas de cultivo de amortiguación para minimizar la deriva del polen. Sin embargo, en junio, Wilson terminó por aceptar $ 4.500 después de que una de sus cargas de soja diera positivo por material genéticamente modificado.
“Esto está fuera de control”, dice. “Somos conocidos y de confianza aquí como uno de los mejores productores de agricultura ecológica. Fue un golpe muy duro. “

Tomando de nuevo la semilla limpia

El presidente de Organic Valley Co-Operative, George Siemon dice que, aunque no tiene cifras exactas, se estima que aproximadamente del 80 al 90 por ciento de la contaminación de los cultivos los agricultores no ven, que no es por la dispersión del polen (como muchos piensan), sino más bien de las semillas de las plantas de los propios agricultores.
“Se está convirtiendo en un problema cada vez más grande”, dice Siemon. Para hacer frente a ella, Organic Valley lanzará una iniciativa en la próxima primavera que requerirá en última instancia la totalidad de sus 1.600 granjas en 33 estados para el uso de semillas orgánicas y probar la contaminación genética. “Tenemos que ofrecer un incentivo económico para semillas limpias”, añade Siemon. “Si no empezamos a trabajar en él, vamos a perder la oportunidad para siempre.”
Otras compañías se están intensificando también. La Foundación Clif Bar Family, a través de su programa de semillas, ha donado $ 1 millón para investigación a la Fundación Agricultura Ecológica, OSA y el Centro para la Inocuidad de los Alimentos para promover la conservación de semillas limpias.
La OSA ya está trabajando en el problema. La organización no lucrativa ha lanzado una “iniciativa de semillas y razas”, cuyo objetivo es incluir el lenguaje en la próxima Ley Agrícola para aumentar la financiación de iniciativas públicas y sostenibles de fitogenética. La OSE también está poniendo presión sobre el Departamento de Justicia de EE.UU. para que tome una mirada más cercana a lo que considera una conducta anticompetitiva en la industria de semillas. Además, puso en marcha un nuevo grupo de trabajo este año y se centró en ayudar a los agricultores a obtener una compensación cuando sus cultivos están contaminados.
“Tendremos tres o cuatro importantes iniciativas más para este otoño”, dice Dillon, que planea hacer un anuncio sobre las nuevas iniciativas en Natural Products Expo East en Baltimore, Maryland, en septiembre.
Mientras tanto, Dillon dice que va a estar ocupado apoyando por un tema que él cree que ha estado bajo el radar por mucho tiempo.
“La gente tiende a olvidar que la razón por la que se encuentran en el mal lugar es porque nosotros hemos perdido el control de lo que fue un importante recurso público”, dice. “Al igual que tenemos la responsabilidad de invertir en la gestión saludable del agua o el suelo, tenemos la responsabilidad de invertir en el manejo saludable de las semillas.”
Traducción: elnuevodespertar
Fuente: newhope360